Un barco construido el siglo pasado en Gran Bretaña atrae muchos visitantes a Puno, en el lago más elevado del mundo.
Es difícil imaginar una historia más romántica. Uno de los pocos barcos de hierro que todavía sobreviven, y que flota sobre las aguas del Lago Titicaca, es objeto de una heroica campaña de rescate por parte de un muy decidida dama inglesa y un destacado ingeniero estadounidense.
El barco en cuestión, el Yavari, es prueba de que no todas las atracciones turísticas del Perú datan de la época de los incas. Atracado en el puerto de Puno, en el lado peruano del lago navegable más alto del mundo, el Yavari comienza a probar lo que vale. Grupos de visitantes lo abordan regularmente para recorrerlo de proa a popa y para disfrutar de un pisco, la bebida favorita del Perú, una mezcla de fuerte aguardiente de uvas y zumo fresco de limón, que se hace sentir más de lo normal en el Lago Titicaca, a 3.800 metros sobre el nivel del mar.
El Yavari fue construido en 1862 en Gran Bretaña por los astilleros Thames Ironworks and Shipbuilding, de James Watt, uno de dos barcos gemelos ordenados por el gobierno peruano para transportar pasajeros y carga en el lago. Los cascos, construidos de hierro (una técnica que sobrevivió pocos años antes de comenzarse a usar el acero), fueron enviados al Perú en 2.766 piezas. Al llegar a Arica, entonces un puerto peruano pero ahora territorio chileno, la carga se transportó a lomo de mula unos 300 kilómetros hasta el lago. El esfuerzo de llevar tan pesada carga desde el nivel del mar a una altura de 4.000 metros fue una de las razones por las que el transporte de las piezas y el ensamblaje de los barcos demoró seis años.
Y, para colmo de males, las primeras pruebas no fueron muy alentadoras. El motor del barco, con una potencia de 50 caballos de fuerza y que se usaba cuando la calma de los vientos dejaba las velas inservibles, funcionaba con estiércol de llama, el único combustible que se podía conseguir localmente en cantidades suficientes. Pero el estiércol ocupaba prácticamente todo el espacio destinado a la carga comercial del Yavari, de manera que los viajes no eran económicamente viables.
Los operadores del barco solicitaron por telégrafo a Gran Bretaña que les enviaran unos 15 metros más de casco en piezas. Entonces se destornillaron las planchas del casco, se agregaron las nuevas, y la eslora del Yavari creció a casi 46 metros.
En 1913 el motor a vapor se sustituyó por un enorme diesel Bolinder suizo, que todavía funciona y se considera el mayor de su tipo en existencia. Los visitantes que bajan desde cubierta por la inclinada escalera de madera para echar un vistazo al motor se maravillan de su excelente estado de conservación. Este gigante tiene 500 caballos de fuerza, algo descomunal para un barco tan pequeño con el Yavari, pero esencial para compensar el vigor que le resta la altitud: en el Lago Titicaca la presión atmosférica es sólo un 64% de lo normal.
Allí trabaja duro John Kusner, mientras desarma y limpia el Bolinder. Kusner, un ingeniero estadounidense de más de 60 años, llegó a Puno en enero de 1985 contratado por la National Geographic Society. Mientras estudiaba las causas de la hambruna periódica que afectaba a las comunidades rurales asentadas alrededor del lago, se enamoró de la zona del Titicaca. Al mismo tiempo, se ganó la reputación de ser un arreglalotodo. “Me encanta la ingeniería, la creatividad de resolver problemas prácticos”, explica.
Pero su mayor reto —hacer que el Yavari navegue de nuevo— se lo planteó una mujer que llegó inicialmente al Perú con una mochila al hombro en los años 70. El bisabuelo de Meriel Larkin había sido dueño de un astillero en Gran Bretaña y según la leyenda de la familia había construido los mismísimos barcos que todavía flotaban en el Titicaca. Pero cuando pudo hacer las verificaciones del caso, ya no quedaba ningún familiar vivo. De todas formas, Larkin quedó prendada de la historia, y sólo quedaba hacer lo fuese necesario para salvar al Yavari.
Finalmente, los muchos años de persistencia dieron fruto. La Marina del Perú, que tras la Segunda Guerra Mundial había heredado la embarcación después de la nacionalización de su operador, la empresa británica Peruvian Corporation, perdió interés en el barco. Para 1987, Larkin había convencido al gobierno peruano de que le vendiera el Yavari por su valor en chatarra: US$5.000. Entonces comenzó la larga labor de recaudar los fondos necesarios para la restauración, fundamentalmente a través del Proyecto Yavari, establecido en Londres, una organización sin fines de lucro cuyo benefactor principal es el príncipe Felipe de Inglaterra.
“Cuando vi el Yavari por primera vez en 1987, el cuarto de máquinas estaba inundado, pero el casco estaba en buen estado”, recuerda Kusner, el ingeniero. Con la ayuda de varios voluntarios, él, Meriel y Carlos Saavedra ¾el dinámico ex capitán de la Marina peruana que ahora capitanea el Yavari¾ se dedicaron a bombear el agua, restaurar la madera y retorcer brazos en busca de donaciones. Cuzqueña, una marca de cerveza peruana, donó los fondos necesarios para dar al Yavari una buena capa de pintura.
Larkin, que parece tener una fuente inacabable de energía y buen humor, planea hacer del barco “un centro de intercambios culturales”. Un primer grupo de jóvenes británicos visitará el Yavari y el área de Puno este año “El objetivo es promover un turismo responsable y producir ingresos muy necesarios para esta zona empobrecida”, explica Larkin.
El Yavari, “esa increíble reliquia de la revolución industrial”, navegó por última vez en 1975. Si los planes de Larkin y Kusner salen bien, el viejo barco surcará nuevamente las aguas del Titicaca antes del nuevo milenio, y una vez más albergará en su viejo pero altivo casco a los visitantes que desean apreciar de primera mano las zonas más remotas del lago y su riqueza ecológica. Además, es una importante contribución a las atracciones turísticas de esta zona, de una belleza inenarrable pero que aún recibe pocos turistas.
Sally Bowen es una periodista británica destacada en Perú, donde ha vivido mas de diez años, trabajando para el Servicio Mundial de BBC y el Financial Times. En estos momentos trabaja en un libro sobre Perú y la presidencia de Alberto Fujimori.
PARA LLEGAR:
Los visitantes pueden llegar a Puno desde Lima tomando un avión hasta Juliaca, y de allí llegan a Puno en taxi o bus, o en taxi o autobús directamente desde Lima, o a través del Cuzco, donde hay taxis y buses que llegan a Puno. Para más información o reservaciones, llamar a la Asociación Yavari en Puno (5154) 36-93-29, o por correo electrónico a [email protected]
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